El malo de la película

El malo de la película

miércoles, 16 de julio de 2014

Susana y Pedro. Pedro y Susana

Marcó el número de teléfono que ella le había dado aún sin haber digerido del todo la victoria. Concertó la cita con urgencia, casi con indisimulada ansiedad, y ya a la mañana siguiente a su pequeño triunfo se dejó ver con ella por la calle. A él se le veía nervioso, a ella relajada, segura de sí misma. Dicen los analistas de cámara que esa imagen de los dos paseando de manera supuestamente desenfadada anuncia nuevos tiempos. Renovación. Uno cree que esa no ocultada sumisión del elegido alarga la interinidad reinante, la provisionalidad que está asesinando metódicamente al partido. No es más que otro escudo humano hasta que las condiciones sean propicias para que la reina andalusí decida conquistar reinos más allá de Despeñaperros.



Puestos a mirar más allá, a donde los frívolos como el que suscribe dirigen la mirada de manera disoluta, uno juega a trasladar la misma cita algunos años atrás en el tiempo e imagina a los protagonistas con los papeles totalmente cambiados. La chica con algo de sobrepeso nadaría en un mar de nervios y el guaperas del instituto pisaría terrenos conocidos con total desenvoltura. Seguro que él le hubiera dedicado una media sonrisa de las que derriten y ella se hubiese reído tontamente, levantando de manera exagerada su caballuna quijada. Seguro que él hubiera pensado con toda la razón que la tenía en el bote. Eso mismito es lo que anteayer se le pasó por la cabeza a ella 

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